El grupo de misioneros tenía que ir muy lejos, y el sol se ponía rápidamente. Junípero Serra y sus amigos pensaron que tendrían que dormir en las llanuras en México, pero luego vieron una casa al costado del camino. Se acercaron al dueño, un hombre que vivía allí con su esposa e hijo, para ver si podrían pasar la noche con ellos. La familia los trató con amabilidad, les dio comida, y los dejaron dormir durante la noche. Por la mañana, los misioneros siguieron su camino. No pasó mucho tiempo hasta que se encontraron algunos arrieros en la carretera. Los conductores preguntaron a los misioneros donde habían estado. Cuando describieron la casa y la familia, los arrieros les dijeron que no había tal casa o rancho a lo largo de la carretera. Sin lugar a dudas, los misioneros creían que la Sagrada Familia les había proporcionado alojamiento la noche anterior.