En el mundo se dice muchas veces que hay dirigentes y seguidores. Cuando Jesús conoció a Simón se dio cuenta de sus cualidades de liderazgo y, sin embargo, sabía que Simón necesitaría ayuda. Por lo tanto, empezó a prepararlo dándole un nuevo nombre, el de «Pedro», que significa «Piedra»: le dijo que sería la piedra sobre la cual construiría su Iglesia.
Felipe y Santiago el Mayor fueron ambos apóstoles llamados por Jesús a seguirlo y a continuar su labor de edificar el Reino de Dios. Su fiesta se celebra el mismo día porque aunque murieron en diferentes fechas y lugares, los cuerpos fueron trasladados y están enterrados juntos en la Basílica de los Santos Apóstoles de Roma.
Resulta imposible imaginar que uno de los más allegados a Jesús no creyera al principio en la Resurrección y, sin embargo, el Apóstol Tomás dudó: su incredulidad nos revela cuán importante es el don de la fe.
Andrés fue pescador, pero buscaba algo más trascendental de lo que la vida marinera podía ofrecerle. Al igual que muchos judíos devotos de su época, Andrés estaba en espera de que Dios mandase el Salvador que había prometido.
A Juan también se le conoce como “Juan, el Evangelista” o “el discípulo que Jesús amaba”, fue el único que no lo abandonó durante su crucifixión y muerte y, en el Evangelio, Jesús incluso le pidió que cuidara a nuestra Santa Madre María después de morir